domingo, 6 de noviembre de 2016

AMAGUAÑA 1RO BGU FORMACIÓN HUMANA




Mons. Proaño y el olvido de la educación liberadora
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Una de las contribuciones de Mons. Leónidas Proaño, en mi opinión la más importante, para la consecución de la libertad y la promoción del ser humano está en el rol que asigna a la educación; este aspecto se muestra en sus escritos pero con mayor fuerza se percibe en la actividad por él realizada: el joven sacerdote Proaño no se quedó en las aulas de clase contento con exponer una lección: captó la importancia de la lectura y de la escritura en el proceso; la coherencia con esta concepción se muestra en la sin precedente elección de importar libros, en función de abrir nuevas perspectivas del pensamiento, y de establecer, con la ayuda de Víctor A. Jaramillo, una editorial para publicar el pensamiento reflejo.

La raíz de la propuesta del joven Proaño se la puede monitoreas en la tradición de la Iglesia del Imbabura. Mons. Federico González Suárez, por ejemplo, desarrolló personalmente la lectura y la escritura, que inspiraron el intento de erigir el primer seminario mayor diocesano y que estarán presentes en el interés del obispo por la formación de los sacerdotes.

La propuesta pastoral del Mons. Leonidas Proaño, como obispo y enteramente comprometido con la realidad social de la diócesis de Riobamba, desarrolla el mismo esquema de sus años de juventud: apertura de pensamiento por medio de la escucha de otras perspectivas (lectura) y la dinámica de reflexión (escritura). Así, propone como instrumento liberador un proceso educativo “capaz de dar voz a quien no tiene voz” sin que sea repetidor o parlante de pensamientos ajenos sino él mismo. Los frutos de la iniciativa de Proaño están presentes en casi la totalidad de personalidades del mundo indígena que intervienen en política.

La ociosidad y la poca valorización de lo propio encasillan en paradigmas, hasta ahora nebulosos, los aportes de Mons. Proaño que desde la perspectiva del proceso educativo como liberación –es mi opinión- entronca con la tradición de la Iglesia, sobre todo con la propuesta de Tomás de Aquino, en lo que un especialista llama la consecución de la “libertad de calidad”.

Leonidas Proaño ha propuesto la educación en su dinámica liberadora como instrumento de pastoral. Propuesta que en la mayoría del episcopado ha provocado miedos e incomprensiones; miedos e incomprensiones que parecen erróneos encajonarlos solo en el favor de quienes detentan el control y el poder o en el mezquino compromiso por hacer carrera en los círculos eclesiásticos, sino en la no comprensión de la propuesta, pues incluso en las actividades de quienes se dirán seguidores de Proaño, no se encuentra la dinámica mencionada, pues, o  adolecen  o son famélicas en la recepción de nuevas preceptivas (lectura) o no existe producción y publicación del pensamiento reflejo (escritura).

La educación como medio para alcanzar la libertad propuesta por el Obispo de los Indios (denominación reductiva para Mons. Leonidas Proaño) continúa un camino abierto en la tradición de la Iglesia y de Imbabura y sería un firme paso ante el arbitrio de imposición de las modas sociales e intelectuales, a las que por desgracia en las tierras ecuatorianas nos han acostumbrado y subyugado.

Mons. Leonidas Proaño - 
Obispo de Riobamba desde el 1954 al 1985
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En su acción pastoral luchó para que se reconozca la dignidad de los indígenas, dió la prioridad al aspecto educativo realizando varias iniciativas.
ERPE: Escuela radiofonica popular para la alfabetización
CEAS: Centro Acción Social
Centro de Formación Tepeyac
MICH: Movimiento Indígena de Chimborazo
Educación Liberadora
“Mi Universidad ha sido el Pueblo y mis mejores maestros han sido los pobres en general y particularmente los indígenas del Ecuador y de América Latina” – Mons. Leonidas Proaño V.
Aprender a ver la realidad es acercarse a las condiciones de vida de una comunidad, es meterse en la realidad de los pobres. Quien no ve y no conoce la realidad de un pueblo o de una sociedad es un ignorante, es un ciego y no es consiente de su propia realidad, no es parte de una colectividad, no tiene un punto de partida y un punto de llegada, y se deja llevar por cualquier corriente ideológica.
Aprender a escuchar con atención es oír y atender las manifestaciones de los demás, confiar en el pensamiento del otro, entrar en el sentimiento del otro, creer en las capacidades que tienen otras personas, aprender junto a los demás y construir conocimientos propios para responder a una situación de vida.
Aprender a dialogar con palabras sencillas entre los sencillos es hablar en el lenguaje del pueblo, es conversar en un ambiente fraterno, es hablar en confianza y con la verdad, es compartir los saberes y conocimientos, es aprender y recoger los valores de una cultura; pero frente a los poderes es hablar con voz profética y con valentía.
Aprender a meditar en el silencio es repensar sobre los contextos de la vida y de los temas trascendentales, es analizar sobre los acontecimientos y realidades, es dar un tiempo para reflexionar internamente antes de tomar decisiones, es idear preguntas y llevar al diálogo y a la discusión comunitaria.
Valorar y amar a la cultura indígena es respetar las formas de pensar y vivir de las comunidades indígenas, es aprender de los conocimientos y saberes de la cultura indígena, es consumir lo que produce la tierra con el esfuerzo de los runas: el tostado y el mote de maíz, la máchica, la quinua, la chicha, la tortilla, las plantas medicinales y de poncho por la vida.
Luchar y trabajar junto a los pobres es asumir el compromiso con los excluidos y con la Pachamama, es luchar por la reivindicación de la cultura y la dignidad de un Pueblo, es luchar por los derechos de los empobrecidos. Es trabajar por un proyecto de vida, por la recuperación de la Madre Tierra, por el cumplimiento del Evangelio. “Busco en todas partes luchadores por la Paz y por la Vida…”.
Esto es el método de educación liberadora que puso en práctica Mons. Proaño, no es puramente teoría, no es simplemente discurso, no es ni copia ni traducción, no es repetitivo, no es memorístico, no es castigo, no es para generar desigualdades, no es para enseñar a los ignorantes, no se trata de dar pensando y haciendo; juntos aprendimos a ver, a oír, a hablar; juntos aprendimos a pensar, a valorar y a hacer. Aprendimos con todos los sentidos, por eso Juanita Males decía “…por él, ojo está aprendiendo a ver, oreja está aprendiendo a oír, boca está aprendiendo a hablar, pata no más todavía no camina”. El mismo Mons. Proaño reconoce al decir “que cuanto he vivido y aprendido no ha sido extraído de las aulas universitarias de mi país o de algún otro país del mundo, sino de la cantera del pueblo, porque mi universidad ha sido el pueblo y mis mejores maestros han sido los pobres en general y particularmente los indígenas del Ecuador y de América Latina”.
Un gran ejemplo para hacer la educación liberadora, nos demostró cómo enseñar y aprender desde la vida, desde la práctica; cómo aprender a partir de nuestros conocimientos y saberes milenarios, aprender fuera de las aulas escolares, fuera de las aulas universitarias, no era necesario profesores, no era necesario catedráticos, no era necesario los textos; todos éramos educadores – educandos, de lo que éramos esclavizados, mudos, ciegos e ignorados. He aquí las palabras de Tayta Proaño “A esta altura de la Historia, los indios de la provincia de Chimborazo (Diócesis de Riobamba), los indios del Ecuador (mas de tres millones), los indios de América (mas de cuarenta millones), han comenzado a abrir los ojos, han comenzado a ver, han comenzado a desatar su lengua, han comenzado a decirla con valentía; han comenzado a ponerse en pie, han comenzado a caminar, han comenzado a organizarse y a realizar acciones que pueden convertirse en acciones de trascendental-importancia…”
En este sentido la educación liberadora contrapone al sistema de educación bancaria, contrapone a los programas de educación formal y promueve un nuevo modelo de educación que construye las capacidades del ser humano, que desarrolla los contenidos apropiados, que construye nuevos conocimientos. Hoy nos cabe preguntar ¿qué tipo de educación estamos haciendo y cómo lo estamos asumiendo las responsabilidades?, ¿existe un modelo de educación verdaderamente liberador en los diferentes espacios donde nos encontramos? O solamente trabajamos bajo presión económica de sobrevivencia, o quedamos en puramente discursos según a nuestra conveniencia y luego celebramos algo que no practicamos…?
Nuestro compromiso es recoger y recrear el RUNAYACHAY, sistematizar  las enseñanzas y aprendizajes de nuestras comunidades, de nuestros ancestros que han  desarrollado a partir de sus conocimientos, la cosmovisión, el kichwa, el runa yachay y runa kawsay. Nuestros mayores siempre vivieron con sus propios conocimientos y enseñaron la vida, la organización, la lengua, la agricultura, los conocimientos del tiempo y del espacio, las artesanías, las construcciones, las curaciones y  las prácticas religiosas, etc. Habido grandes pensadores y creadores de todo tipo de conocimiento desde la vida para la vida.


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